En el post anterior hablamos sobre la sensación al bucear que solemos tener al inicio. Podrían parecer poco deseables. También concluimos que ésas sensaciones sólo se dan cuando estamos empezando, cuando probamos el submarinismo por vez primera y además explicamos que no eran sensaciones negativas realmente sino que eran sensaciones totalmente lógicas, naturales e incluso, algunas de ellas, necesarias. Eran éstas.
La otra sensación al bucear
En el post de hoy continuamos hablando de la sensación al bucear. Son varias y van apareciendo, tras las anteriores, cuando estamos empezando a bucear, las que hacen que compense bucear y sin duda alguna son las que perduran y perdurarán por siempre en cada inmersión que realicemos.
Relax y tranquilidad
Tras todos los preparativos, el viajecito en barco, la locura de equiparnos todos al mismo tiempo en un espacio, a veces reducido, el calor del sol, el sudor y el «pequeño agobio» de vestirnos y colocarnos toda la parafernalia de buceador llega el momento. ¡Al agua!
En el agua desaparece el calor, dejamos de sudar, el solazo no molesta, flotamos, respiramos hondo y tranquilos, el barco ya no se mueve, las risas y la cara de felicidad de los que nos acabamos de tirar al agua eliminan cualquier sensación negativa. Nos damos el OK y empezamos a deshinchar los chalecos… comienza el descenso, el silencio, se incrementa el espacio al infinito, el equipo se vuelve cómodo, nada pesa, respiramos y sólo se escuchan las burbujas de nuestros compañeros de buceo. Estamos como pez en el agua; nunca mejor dicho.
Control y seguridad
Nos hemos relajado, estamos descendiendo bajo el agua y todo parece pararse, estamos en el otro mundo, que antes no era el nuestro, pero ahora sí; empezamos a sentir que ese también es nuestro mundo, nos sentimos cómodos, relajados y el equipo es nuestra segunda piel. Comenzamos a ver que nuestro equipo nos lo permite todo bajo el agua, la sencillez de hinchar y deshinchar el chaleco, de controlar la flotabilidad con nuestros pulmones, la efectividad de las aletas, la comodidad con la que el regulador nos da aire de una forma totalmente natural… todo, todo parece perfecto y empezamos a tener esa sensación de control.
Ese control refuerza, todavía más, la sensación de tranquilidad, nos seguimos relajando y vamos olvidando las inquietudes que teníamos antes de comenzar. Todo va rodado, sencillo, simple. Estamos, de hecho, más seguros que ahí arriba.
Ingravidez
Son muchas las personas que bucean, las que destacan esta sensación de entre las principales que nos brinda el submarinismo. Es cierto y es una sensación muy placentera, diferente y que nos ayuda a ser muy conscientes del medio en el que estamos. Una vez nos hemos relajado, vemos que todo va sobre ruedas, tenemos la seguridad y esa sensación de control del equipo, nos inunda la comodidad y empezamos a ser conscientes de la sensación de ingravidez.
Flotamos, avanzamos, retrocedemos, nos giramos… Nos ponemos boca arriba, boca abajo y la sensación de ingravidez es total. Sí, nos podemos sentir como novatos astronautas. Al principio es una de las sensaciones más curiosas que nos brinda el buceo. Es así y también debemos destacar que esta sensación de flotabilidad neutra en el medio acuático también suma y retroalimenta a las sensaciones anteriores de calma, relax y control. A partir de este momento estas tres sensaciones nos van a acompañar en nuestras inmersiones y además se van complementando e irán incrementando con nuestra experiencia.
Mimetización
Si alguna vez te has parado en lo alto de una montaña, en lo profundo de un bosque, en la cavidad de una cueva o en el centro de un lago perdido en la naturaleza; si alguna vez te has sentado en un parque en silencio; si alguna vez te has parado a respirar profundamente en el césped y has conseguido evadirte de tu día a día, del ruido de las ideas que bombardean tu cabeza o si en alguna ocasión has meditado o has tenido unos segundos de una experiencia cercana a ello, sabrás bien de lo que te hablo.
En esos momentos (y muchos otros similares) tienes la sensación de lo que realmente eres, eres consciente de lo que formas parte y te sientes, digamos, fusionado con el entorno natural que te rodea en ese momento. Tomas perspectiva y te sientes mucho más cerca de la esencia natural que eres. A eso es lo que yo llamo la mimetización. Cuando estamos buceando esta sensación se incrementa y digamos que aparece antes o más fácilmente. El silencio, la ingravidez, el color uniforme del azul, la ausencia de distracciones y algún que otro aspecto más, los tenemos de serie bajo el agua. Conectamos en un momento con la naturaleza. Seguro que conectaremos muchísimo más fácilmente con esa esencia. Nos mimetizamos.
Esta sensación al bucear, en mi opinión, es la más destacable. Vendrá cuando ya llevemos unas cuantas inmersiones pero es, bajo mi humilde punto de vista, la sensación que aglutina todas las anteriores y además será la que refuerce nuestras habilidades bajo el agua en un futuro.
Entusiasmo
Es lo que ocurre siempre que hemos superado algo, hemos adquirido una nueva habilidad, vencido un miedo o conseguido un objetivo. Sí, es así; ese nerviosismo que teníamos al principio se ha convertido en paz y tranquilidad, ese agobio que quizás teníamos en el barco se ha transformado en sensación de control; ahora estamos buceando bien, nos hemos mimetizado con el medio acuático y estamos como pez en el agua.
Ahora nos entusiasma el medio en el que estamos, la belleza natural de lo que nos rodea. A partir de ahora la sensación que nos llena es ese entusiasmo que sentimos por ver ese pez que se acerca a nosotros, nos entusiasma poder capturar una buena fotografía de ese caballito de mar que se esconde tras las algas, nos entusiasma bucear entre ese pecio hundido en la guerra. El entusiasmo es otra sensación al bucear, que debemos destacar. Habrá inmersiones llenas de vida en las que saldrás entusiasmado porque unos delfines se acercaron a saludar y habrá otras inmersiones en las que te emocionará haber podido cortar los trozos de red para liberar a una tortuga.
También habrá inmersiones donde quizás no veas nada de vida, pero esas formaciones rocosas, esos tubos volcánicos, esas columnas enormes de basalto… eso no lo ha hecho el hombre; eso es arte y capricho de la naturaleza y también te sentirás entusiasmado.
Alegría
No voy a explicar demasiado lo que es ésta sensación, ya que todos la experimentamos muchas veces a lo largo del día y si no es el caso… deberíamos. Pero si sumamos la increíble sensación de ingravidez con la tranquilidad y la paz que da el azul, le añadimos la calma del silencio y le sumamos el entusiasmo con todas las virtudes que nos brinda la mimetización con la naturaleza… no podemos sentir otra cosa que felicidad.
Sensación al bucear que se multiplica con la experiencia, con los buenos ratos que pasamos junto a nuestros compañeros de buceo, las risas del barco, el bienestar que siempre nos aporta el mar, el clima de ocio y de buen rollo que se genera siempre cuando realizamos este tipo de actividades. Señores… el buceo es alegría. ¡Cómo no!
A todo este conjunto de sensaciones es al que siempre me refiero con eso de que el buceo te cambia la vida. Hemos visto cómo ese pequeño conjunto de sensaciones, que pudieran parecer negativas, se convierten en sensaciones muy positivas que, en el fondo, todo ser humano debería encontrar. No es otra cosa que una herramienta más para acercarnos a la felicidad. Y para qué estamos aquí, si no es para ser felices.
En parte es por ello este lema: a veces «la mejor vida, simplemente significa un buen buceo»
Si no leíste el primer post acerca de las sensaciones al bucear.