Parece hasta majo ¿verdad? piensas que el Bicho de la Restinga va a ser un ser simpático, pequeñito y juguetón que te saludará nada más perderte por algún bosque de la isla cual David el gnomo. Nada tiene que ver con ello. Veamos quién es el bicho de la Restinga.
¡Te picó el bicho de la Restinga!
Para quien no lo sepa la Restinga es una conocida localidad del Hierro. Pertenece al municipio del Pinar y se encuentra en la punta más al sur de la isla del Hierro. Quizás no sea una zona turística archifamosa de las Canarias pero desde luego que lo es para el turismo de buceo. Somos muchos los buceadores que visitamos alguna vez esta isla ya que dicen, contiene el mejor buceo de toda Europa y parte de África. Así es, por cierto, como lo es en todas nuestras queridas Islas Canarias y la Macaronesia en general.
La Restinga es una población muy pequeña, mantiene la esencia de sus antepasados ya que claramente sigue siendo ese pueblecito canario de pescadores, donde todos se conocen y su puerto da buena fé de ello. Desde hace varios años tiene algo de turismo, en buena parte local, pero sobre todo somos los buceadores los que absorbemos esa oferta turística. Los balcones y terrazas nos informan bien de ello ya que se aprecian neoprenos y escarpines tomando el aire por todos lados.
La Restinga es conocida y famosa entre los buceadores por el Mar de las Calmas, que baña a el Hierro desde la punta de la Restinga hasta el finisterre canario (el Faro de Orchilla). Es una reserva marina, está muy protegido de los fuertes vientos gracias a la gran pendiente que queda a sus espaldas y además también está protegido de la corriente fría de Canarias. Ello nos da como resultado unas condiciones muy buenas para temas como la visibilidad, la tranquilidad de las aguas, la temperatura del agua y la vida marina.
Aquí cuento la historia de mi herida de buceo en el Hierro.
Hay una vida que nos encanta ver, fotografiar y contemplar. Hay otro tipo de vida invisible para nosotros (sin microscopio) que es buenísima para el resto de la vida, como las microalgas, el plancton, el fitoplancton, las bacterias y otros microorganismos sin los cuales no estaríamos aquí. Pero a veces la falta de movimiento en el agua, la falta de oxigenación, el incremento de los nitritos y una temperatura elevada del agua puede ser buen caldo de cultivo para bacterias que no son bienvenidas por nuestro cuerpo. Una de ellas es un tipo de Stafilococo Aureus que podremos encontrar en cualquier parte. No sólo en el mar.
Puede estar en el agua estancada de una poza de agua dulce, en el mar, en la rama de un árbol de la ciudad donde vives, en el suelo de un parque, en los hospitales y centros de salud o en esa piedra donde te acabas de apoyar. Puede estar en cualquier sitio. La putada es estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, con la mala suerte adecuada y esa herida que adecuadamente está en contacto con ese «exterior contaminado».
Pues a este tipo de Stafilococo Aureus en algunos lugares le llaman «bacteria comecarne» y en el Hierro la conocen como «el Bicho de la Restinga». No es el gnomo simpático del que hablaba al inicio del post, es una bacteria que si entra en nuestra piel y está a gusto ahí, literalmente hace de las suyas y te empieza a desaparecer carne de tu cuerpo y además a una velocidad considerable. No hay que asustarse pero si debemos acudir al médico inmediatamente porque cuanto antes recibamos los antibióticos, menos notaremos sus efectos. Simplemente produce una infección y hay que acabar con ella cuanto antes.
Tradicionalmente se daba algún caso de vez en cuando entre los pescadores de la zona. Heridas por anzuelos, alguna mordedura, algún corte con las herramientas del barco o de la pesca. Era una zona de buena pesca antiguamente y eran muchas las personas que vivían de ello (y todavía las hay). Antiguamente no eran muy cuidadosos y estaban más expuestos por lo que se daban este tipo de infecciones y entre los pescadores le llamaban «el Bicho». Así se fue extendiendo cuando se contaban sus historias los pescadores, se juntaban con los pescadores de otras zonas y así es como surgió la referencia a la infección de este tipo de bacteria. El Bicho de la Restinga.
He de decir que entre los buceadores de la zona nadie sabía nada al respecto. Cientos de buceos y cientos de personas pasan todos los meses por el Hierro a bucear y nadie recordaba un caso similar al mío. Fueron los pescadores de la zona, el camarero de un bar con antepasados marineros y los médicos y enfermeros del Pinar los que me explicaron todo esto acerca del Bicho de la Restinga.
Aquí puedes ver cómo evolucionó mi herida aunque las fotos no sean muy agradables.
No obstante todos los expertos con los que hablé y todos las personas que me trataron coincidían en lo mismo. El buen clima calentito, la humedad, el neopreno de alquiler (donde nunca sabemos quién se habrá hecho pipí o no y nunca sabremos si están siendo correctamente desinfectados) son la conjugación perfecta para la aparición y el mantenimiento de bacterias. Todos me recordaron lo mismo:
- No se bucea jamás con una herida abierta.
- No se bucea con una costra que se puede ablandar y dejar de ofrecer la protección para la cual, nuestro cuerpo la diseñó.
- Si se quiere bucear con una herida casi curada, prevenir siempre con esos apósitos que la cierran y blindan totalmente, evitando que pase la humedad o que la herida esté en contacto con el neopreno o el agua. Suelen ser como de silicona transparente. Toda protección y desinfección es poca cuando se tiene una herida.
- El agua del mar no cura. Es cierto que la sal, el sol, el aire y el yodo del agua marina nos pueden ir bien para secar heridas ya bien curadas; por ello ese dicho de que «el ambiente playero» cura las heridas. Pero no, ningún médico ni experto en la materia nos va a recomendar un ambiente bacteriano, para ninguna herida que no esté bien curada de forma previa.
- Es conveniente tener nuestro propio traje de neopreno. Nosotros sabremos siempre cómo lo lavamos, cómo lo desinfectamos, cómo y dónde lo secamos y guardamos.
- Al mínimo signo de infección de una herida necesitamos ir urgentemente al médico. Si la bacteria es jodida la rapidez en la cura y los antibióticos pueden ser clave para frenarla a tiempo. Los síntomas pueden ser:
- Enrojecimiento de la herida
- Enrojecimiento de la zona que circunda la herida
- Calor en la zona de la herida
- Picor o dolor en la herida o las zonas colindantes
- Maceración y color rosáceo brillante en los bordes de la herida
- Fiebre
- Dolor, hormigueo o molestias en la extremidad donde se encuentra la herida
- Hinchazón de la extremidad donde se encuentra la herida
- Aspecto celulítico de la extremidad o la zona de la herida (que irá acompañado de calor)
- Cualquier combinación de los anteriores.
Recordemos que en este caso, quien dice bucear dice bañarse o nadar. Sencillamente. Además, no es que esta bacteria se encuentre «a veces» en el Mar de las Calmas. No. El tema es que puede estar en el parque donde van tus niños a diario, puede estar en las pozas de agua dulce de tu pueblo, puede estar en esa rama que te ha rozado cuando ibas en la bicicleta o en ese césped de la calle por donde sales a correr todos los viernes. Está y estará muy probablemente en algún lugar de tu centro de salud o en el hospital al que vas a visitar a tu familiar.
El tema es que, en numerosas ocasiones, no damos la importancia suficiente a esos pequeños cortes, esos rasguños o arañazos que nos hacemos por ahí mientras hacemos deporte, trabajamos o jugamos con nuestras mascotas. Hemos de recordar que no dejan de ser ventanas, por pequeñas que sean, que se abren de nuestro cuerpo al exterior y no vemos la importancia de curarlas bien y protegerlas hasta que nos ocurre algo como lo que me ocurrió buceando en el Hierro.
Además los submarinistas debemos tener, si cabe, más cuidado todavía por los medios y ambientes que frecuentamos y usamos. Ya sabemos que la humedad, el calorcito, las celdas de nuestros neoprenos, el compartir material o usar trajes de alquiler sin desinfectar son aspectos que incrementan las probabilidades de tener amigos-enemigos microscópicos con nosotros.