En este tema abordaremos cómo solucionar los posibles problemas que surjan buceando a una determinada profundidad. Como buceadores de rescate hemos de conocer y hemos de entrenar nuestras habilidades de rescate bajo el agua. Normalmente cuando buceamos con compañeros menos experimentados, gente que está realizando sus primeras inmersiones o personas que están probando el buceo por primera vez, como ocurre en los bautismos de buceo, debemos estar muy atentos en todo momento.
Puede ser que estas personas se muestren muy seguras y con muchas ganas de empezar el buceo cuando estamos en la superficie y normalmente todo parece marchar como debe. Pero a veces, cuando nos encontramos a una determinada profundidad, estas personas pueden agobiarse, ponerse nerviosos y en situación de alerta máxima, lo cual es totalmente natural debido a su falta de experiencia. En este estado cualquier pequeño problema, desajuste en el equipo o situación de novedad les podría llevar al pánico y como buceadores de este nivel debemos colaborar y actuar mediante nuestras habilidades de rescate bajo el agua.
Identificar y anticiparse, las principales habilidades de rescate bajo el agua.
Al igual que ocurría en la superficie, en el tema anterior, la clave en el buceo siempre es la temprana identificación de los posibles problemas y la anticipación a ellos para evitar posibles problemas mayores. Veamos cuáles son los signos que nos podrían alertar de ello bajo el agua:
Aleteo extraño
- Podemos observar a un buceador que no aletea de la forma correcta, aletea de forma excesiva como si tuviera prisa, emplea demasiado sus manos para intentar nadar o va continuamente hinchando y deshinchando su chaleco, con lo que asciende y desciende continuamente.
- También podemos observar que la persona mantiene una posición vertical, sin relajarse y sin adquirir la posición correcta de buceo o inicia un descenso rápido y descontrolado al no hinchar su chaleco.
- Existen situaciones en las que la persona no aletea, se queda pegada al fondo mientras intenta gatear por el fondo porque también olvida hinchar su chaleco para lograr su flotabilidad neutra.
- Vemos que el buceador o buceadora intenta descender a base de aletear en picado. Quizás simplemente no lleve suficiente lastre o no haya sabido sacar todo el aire de su chaleco. Sea cual fuere la causa, esta situación puede hacer que nos encontremos con una persona ya cansada, nada más descender.
Todo ello son situaciones de aleteo o movimiento extraño bajo el agua y nos debe poner en alerta. Podríamos estar ante un buceador con muy poca experiencia bajo el agua y debemos estar cerca de él, tranquilizarlo, darle la seguridad y recordarle las técnicas de buceo para que la propia persona encuentre su flotabilidad neutra. También podemos mostrarle la forma correcta de desplazarse bajo el agua y nos mantendremos siempre cerca suyo. Cuando esta persona encuentre su flotabilidad, se sentirá cómoda, tranquila y ella misma encontrará su seguridad al comenzar a aletear de la forma correcta y al no estar tan pendiente de su chaleco.
Todo buceador que no encuentra su flotabilidad neutra, el trimado correcto y la forma cómoda de desplazarse bajo el agua podría ser sujeto de otro tipo de problemas a lo largo de esa inmersión.
De ahí la suma importancia de acercarnos a la persona, preguntarle con la señal correspondiente si todo va bien y si lo necesita y accede, prestarle nuestra ayuda en este primer momento.
Si nos responde que todo está bien o no desea nuestra colaboración, podemos seguir buceando pero siempre, como buenos compañeros y con esta nueva formación, sabremos que hemos de mantenernos pendientes de ese buceador o buceadora. Además un movimiento excesivo bajo el agua o un aleteo ineficiente podría llevarle al siguiente punto a tener en cuenta: la fatiga bajo el agua.
Muchas burbujas
Cualquiera de las situaciones anteriores, además del clima (calor excesivo, estrés y agotamiento al equiparse) o el propio estrés del principiante, pasando por las condiciones medioambientales y el estado del mar pueden hacer que nos encontremos con alguna persona excesivamente cansada bajo el agua.
Si detectamos a algún buceador o buceadora que exhala demasiadas burbujas o no hay prácticamente espacio entre cada emisión de burbujas por su regulador significará que esa persona no está respirando de la forma adecuada. El estrés, al igual que el cansancio, puede generar esta fatiga y ello podría ser un problema a corto plazo.
Sabemos que una persona que no respira de forma lenta y profunda puede estar cerca de esa sensación de agobio y falta de aire. Ello le puede llevar a una situación de pánico bajo el agua.
La fatiga en una persona que no tiene demasiada experiencia puede terminar en pánico bajo el agua si no intervenimos a tiempo.
En este tipo de situaciones hemos de tener en cuenta que lo más importante es establecer contacto físico con la víctima. De entrada, el contacto físico focaliza la atención de la persona en nosotros y no en su sensación de fatiga. Tranquilizar y comunicar a la persona que se detenga, no realice ningún movimiento físico e incitarle a que respire de forma lenta y profunda mientras mantenemos con ella el contacto visual.
Si es posible, podríamos pegarnos al fondo de rodillas o podríamos comunicar a la persona que se agarrase a unas piedras salientes, por ejemplo, si existe corriente. Si no fuera posible lo anterior debemos mantener el contacto físico, agarrados de un brazo, cogiendo a la persona por el fajín del chaleco o de cualquier forma que nos permita mantener el contacto visual y tranquilizarle.
Mirada atónita
No es raro identificar el agobio, el estrés y por supuesto el pánico simple y llanamente observando la cara de los buceadores y buceadoras. Tal y como vamos equipados, no podemos ver de forma clara la cara de nuestros compañeros pero tras la máscara, es sencillo detectar miradas que decantan agobio, miedo o de cualquier modo, algo que no marcha bien (aunque sea sólo a nivel mental) con nuestro compañero o compañera de inmersión.
Una vez más la detección rápida, el contacto físico, visual y nuestra capacidad para tranquilizar y/o solucionar el problema son vitales antes de que la cosa pueda ir a mayores, terminando con una situación de pánico bajo el agua.
Esa mirada atónita, fuera de órbita o que traspasa el horizonte suele ir acompañada de la falta de atención o el retraso en la respuesta a nuestras peticiones.
Si no sabemos identificar esta mirada de la que hablamos es útil indicar al buceador que nos responda a una señal. Por ejemplo, si le indicamos que nos diga la presión de su botella y vemos que reacciona tarde o de forma errática, muy probablemente estemos ante una persona con miedo, excesivo nerviosismo o estrés (previos al pánico).
Generalmente, con algo de experiencia tras hacer este curso de buceo de rescate, podremos anticiparnos casi a cualquier situación que pudiera requerir un rescate. No obstante hay ocasiones en las podríamos toparnos con situaciones de emergencia de forma repentina. Vamos a verlas a continuación:
Flotabilidad Negativa en exceso
En alguna ocasión podríamos ver a un buceador o buceadora que realiza su descenso de forma muy brusca. Podría estar causado por un exceso de lastre, fruto de no haber realizado el test de lastre, cuya importancia ya conocemos bien. También podría ser causa de una avería en el hinchador del chaleco o porque éste estuviera pinchado, cosa fácil de evitar con los chequeos pre inmersión. Si buceamos con alguien que usa un traje seco, podría estar también pinchado en alguna zona y se le podría inundar de agua mientras desciende, incrementando su flotabilidad negativa.
Como vemos, todas las situaciones anteriores son fallos del equipo de buceo. Por ello, una vez más, es fundamental contar con equipos en perfecto estado de mantenimiento y más importante aún es el hecho de realizar los controles de seguridad tanto al montar nuestro equipo como antes de entrar al agua.
Sin embargo lo más normal es que nos encontremos ante buceadores principiantes a los que se les podría olvidar compensar su flotabilidad negativa añadiendo aire a su chaleco. Es decir, la mayoría de veces lo que tendremos que hacer es recordar al buceador o buceadora que añada aire en su chaleco mientras desciende. Si el problema es por lastre excesivo podríamos colaborar tomando uno de sus plomos (si a nosotros no nos importa bucear con algún kilo de más en nuestro equipo).
Si la emergencia es causa de un fallo en el chaleco de la persona que presenta este problema, nos acercaremos a ella lo más rápido posible para detener ese descenso brusco, ya que sus oídos pueden correr peligro y ascenderemos junto a ella controlando la flotabilidad con nuestro chaleco. En este caso debemos estar pendientes de no soltar durante el ascenso a la persona que trasladamos, ya que de no ser así podríamos ser nosotros las víctimas de un ascenso descontrolado, ya que nuestra flotabilidad sería muy positiva al soltar a la otra persona.
Flotabilidad positiva en exceso
Es la inversa al caso anterior y generalmente se dará por dos posibles causas. En primer lugar, una deficiencia de lastre en el buceador. Una vez más, vemos como el control de lastre cuando buceamos con un equipo diferente o con un equipo nuevo para nosotros se hace primordial. En ocasiones el simple hecho de bucear con un milímetro más de espesor en nuestro traje puede hacer que necesitemos un kilo o dos más de plomo para bajar cómodamente.
Si nos encontramos con este problema debemos acompañar a la persona a la superficie para que tome un poco más de lastre o si nosotros mismos podemos bucear con un kilo menos de lastre, podríamos dárselo a la persona que lo necesita para descender correctamente.
Por ello los guías, divemasters e instructores suelen llevar siempre algún kilo de más para prestarnos. Aunque no deberían.
No deberían porque cualquier problema de lastre ha de solucionarse en superficie, realizando el famoso control de lastre. Es importante poder bucear con el lastre adecuado, ni más ni menos.
- Si buceamos sobrelastrados nos costará más encontrar nuestra flotabilidad neutra cada vez que cambiemos de cota de profundidad, ya que tendremos que poner o quitar más cantidad de aire de nuestro chaleco en cada cambio.
- Si buceamos con déficit de lastre una simple inspiración amplia y profunda de aire en nuestros pulmones hará que ascendamos, quizás más de lo previsto y notaremos que deberíamos quitar aire de nuestro chaleco cada vez que respiramos amplia y profundamente. Ninguna de las dos cosas son cómodas a la hora de bucear y aunque los guías e instructores tienen experiencia para bucear de esta manera, no deberían.
También podría estar causado por una avería en el hinchador del chaleco. Por ejemplo, el botón de hinchado se ha quedado atrapado en la posición de hinchar. En cuyo caso debemos desconectar el latiguillo de hinchado y compensar el aire del chaleco mediante el hinchador oral de la tráquea (algo que se entrena desde el primer curso de buceo).
En muchas ocasiones esto puede ocurrir porque algo de arena se ha quedado bloqueando el botón en esa posición y con un simple golpe suave alado del botón, esa arena sale y el pulsador vuelve a funcionar con normalidad.
Quedarse atrapado
En este curso de rescate también entrenarás las técnicas y la forma de solventar los enganches con diferentes elementos bajo el agua. Sabemos que para meternos en lugares como pecios cerrados, cuevas y grutas subacuáticas necesitamos un entrenamiento especial en el cual, entre otras cosas, nos preparamos bien para ello. No obstante, es posible que un buceador o buceadora se quede enreligado con una cuerda, el cabo de descenso de otro barco o del propio, algún segmento de red de pesca o sedal.
Del mismo modo un alga o cualquier otra planta si buceamos en aguas fluviales, una rama o el saliente de una roca afilada que no hemos percibido puede «ponernos nerviosos» si nos sentimos atrapados.
No hay por qué preocuparse. Es uno de los motivos por los que la unidad mínima de buceo siempre es de dos personas. Si nos sentimos atrapados mientras buceamos hemos de mantenernos quietos, en ese mismo lugar, sin girarnos, sin aletear, sin escarbar ni tocar nada. Haremos la señal o avisaremos a nuestro compañero y el mismo nos librará del problema para seguir buceando con total normalidad. También hemos de recordar que este es uno de los motivos por los que debemos llevar con nosotros un cuchillo o elemento de corte cuando buceamos. En numerosas ocasiones, con cabos, cuerdas y redes, lo más sencillo y rápido suele ser realizar un pequeño corte.
No obstante alguien con poca experiencia puede darse cuenta tarde, intentar liberarse en solitario y ya es al final, cuando le nacen los nervios y el miedo, que nos avisa para ayudarle. Normalmente liberar a un compañero de un problema de este tipo no llevará más de un minuto, pero hemos de tener en cuenta que si está agobiado, ya se ha cansado de intentarlo en solitario (antes de avisarnos) y ya ha consumido buena parte de su aire… la situación puede acabar con la presencia de un compañero en pánico y que a este sencillo problema le siga otro, como un ascenso incontrolado, por ejemplo.
Perder la orientación
Hay veces en la que un buceador o buceadora sin demasiada experiencia podría despistarse del grupo con el que bucea. Puede ocurrir al estar más tiempo de la cuenta observando algo, al perder algo más de tiempo con la cámara de fotos, porque el resto de buceadores del grupo aletean demasiado y nos dejan atrás, porque haya mala visibilidad en el sitio de buceo. Son numerosos los factores que puedan hacer que un buceador pierda al grupo y si éste no tiene experiencia de buceo con brújula o no está entrenado y familiarizado con la orientación bajo el agua le surjan dudas, se ponga nervioso o nerviosa y comience a consumir más aire de la cuenta, aparezca el estrés, el miedo y finalmente acabe siendo un buceador en pánico bajo el agua.
Es este otro de los motivos por los que como mínimo, siempre debemos llevar cerca a nuestro binomio de inmersión. También es necesario y por ello se entrena desde el curso de primer nivel de buceo, conocer el sentido y el uso de una brújula y finalmente es básica la regla de búsqueda en el buceo recreativo:
Buscaremos a nuestro compañero durante no más de un minuto. Si no lo encontramos realizaremos un ascenso normal y nos veremos a pocos metros, en la superficie.
Esta regla es fundamental, pero en alguna ocasión a alguna persona agobiada por el estrés de no ver al grupo o al compañero, se le puede olvidar. Podría perder demasiado tiempo buscando, dejar de prestar atención al manómetro y verse forzada a realizar un ascenso de emergencia que, estando en pánico, sería peligroso ya que las personas en pánico pueden realizar el ascenso rompiendo la primera regla del buceo, es decir, aguantando la respiración. Terminando la historia con algún barotrauma pulmonar serio, dependiendo de la profundidad a la que ocurra.
Es útil saber que nos debemos quedar siempre con la dirección que lleva nuestro grupo de inmersión. De modo que si nos perdemos, la brújula nos puede recordar ese rumbo.
También es importante saber que si la visibilidad no es demasiado buena, puede parecernos que los compañeros están ya lejos, pero no. Lo más probable es que estén mucho más cerca de lo que imaginamos. En estos casos puede ser mucho más efectivo ascender un par de metros o tres, mientras miramos hacia la superficie y seguramente veremos algunas burbujas cerca, que brillan conforme se van acercando a la superficie. En esa dirección y a pocos metros estarán el resto de los compañeros.
De aquí la importancia de prestar atención a los briefings que siempre nos hacen antes de las inmersiones. En el briefing nos explicarán la ruta que llevaremos con algunas nociones de orientación según la orografía y los elementos significativos que podamos encontrar bajo el agua. Si no son demasiados explícitos en el briefing, debes preguntar por la ruta a seguir y conocer al menos los rumbos de ida y vuelta.
Problemas musculares
Es posible que nos podamos topar a más de un buceador con este tipo de problema. Éste es más usual de lo que seguramente imaginas. Por ejemplo, si vamos a bucear en corrientes o en una de nuestras inmersiones aparece una corriente que no esperábamos, algún compañero que no tiene la forma física adecuada o alguien que no haya buceado con esas condiciones puede presentar fatiga muscular.
La fatiga muscular puede estar provocada por un aleteo inefectivo, por una incorrecta posición de buceo, un lastre excesivo, un mal control de la flotabilidad, un bajo estado de forma física, falta de hidratación, haber consumido alcohol la noche anterior…
De modo que los factores son también múltiples. No sólo puede ocurrir debido a las condiciones ambientales de la inmersión.
Dolores, sobrecarga, cansancio muscular, quemazón, molestia similar a las agujetas son las señales previas a un calambre muscular. También es probable que se presente un fuerte calambre muscular sin dar señales por anticipado. En cualquier caso la secuencia de rescate es la misma: acercarnos rápidamente a la persona con dicho problema, aliviarle el dolor estirando el músculo (ya practicaste en tu primer curso de buceo) y posteriormente calmarle y acompañarle de cerca en el buceo.
Hemos de saber que lo ideal, tras estirar, es que siga aleteando el buceador por sí mismo pero a un ritmo más suave y llevadero. Si lo remolcamos o continuamos buceando arrastrándole de la grifería ese músculo se queda frío, le llegará menos riego sanguíneo y cuando inicie la actividad de nuevo por sí mismo, será más probable que tenga otro calambre.
Todos los pequeños problemas anteriores y en ocasiones ningún problema aparente, sino la falta de experiencia, alguna variable novedosa para la persona que bucea en ese momento con nosotros o simplemente su propia psicología pueden llevar a un buceador al pánico de la misma forma que ocurría en la superficie. Debemos diferenciar dos tipos de pánico que se pueden dar uno tras otro o los dos por separado. ¡Veamos!
Situaciones de pánico bajo el agua
Pánico inactivo
También llamado pánico tipo uno, pánico pasivo o primer estado de pánico. Puede preceder al segundo tipo de pánico, pero no quiere decir que siempre lo haga. En muchas ocasiones, si actuamos bien y rápido con nuestra formación y experiencia, es posible sacar al buceador de este primer estado de pánico y lograr que dicha persona no entre en pánico activo.
Este tipo de pánico se caracteriza porque la persona en pánico permanece atónita, no razona de forma efectiva o reacciona de forma tardía. Es un estado psicológico en el cual, nuestro compañero o compañera de buceo se encontrará bloqueado por ese incremento del estrés. Debemos tratarlo del mismo modo que aprendimos en la superficie: rapidez de actuación, cercanía, contacto físico y comunicación son las claves del éxito para tranquilizar al buceador, darle seguridad, solucionar el problema y hacer que salga de ese estado para poder continuar buceando con normalidad.
No obstante siempre continuaremos cercanos y pendientes de una persona que acaba de salir de este estado de pánico pasivo.
También es muy importante saber que en cualquier momento podrá pasar a pánico activo, con lo que debemos estar precavidos, mantener una cierta distancia de seguridad y siempre atentos para reaccionar bien y lo más rápido posible si esta persona pasa a un estado de pánico activo.
Pánico activo
Se denomina también pánico de tipo dos, pánico activado o segundo estado de pánico. En este estado la persona reaccionará de forma ilógica y no prestará atención a ninguna indicación ni estará receptivo a nuestros intentos de comunicarnos. Una persona en pánico activo se puede quitar el regulador de la boca, la máscara de la cara o ambas cosas al mismo tiempo, puede aletear rápido hacia la superficie o incluso hinchar su chaleco para salir lo más rápido posible a la superficie.
Son reacciones ilógicas ya que la máscara y el regulador son fundamentales para la comodidad (máscara) y la supervivencia (aire para respirar) mientras buceamos y el hecho de ascender rápido es romper una de las normas fundamentales del submarinismo, que todos conocemos desde el primer curso de buceo. Pero una persona en este estado mental lo único que quiere es verse en la superficie cuanto antes y respirar aire normalmente sin máscara ni regulador que «les moleste».
Afortunadamente son reacciones que no se suelen dar en buceadores ya formados y con una mínima experiencia. Pero hemos de estar atentos en aquellas personas que nunca han probado el buceo o están en sus inmersiones iniciales del curso de primer nivel de buceo.
El peligro verdadero de un pánico activo viene dado por ese ascenso rápido que desea realizar la víctima hacia la superficie. Por dos aspectos fundamentales:
- Si llevamos un tiempo buceando a una determinada profundidad, esta persona llevará disuelta una cantidad considerable de nitrógeno en su organismo. Sabemos bien que superar la velocidad de ascenso, de 9 metros por minuto, es un aspecto que incrementa de forma considerable poder padecer enfermedad descompresiva.
- Aunque no hallamos buceado a una gran profundidad y no llevemos ni cinco minutos de buceo, esa necesidad de ascender sin regulador ni máscara suele hacer que la persona en pánico ascienda aguantando la respiración. Romper esta norma fundamental del buceo supondrá, aunque sólo se trate de seis o siete metros, padecer un barotrauma pulmonar con una alta probabilidad.
Nuestra prioridad en este tipo de rescates se ha de basar en primer lugar, en nuestra propia seguridad. Hemos de intentar frenar ese ascenso descontrolado de la persona en pánico, pero sin permitir que nosotros mismos nos veamos también afectados por un ascenso que supere la velocidad y si es necesario deberemos limitarnos a tomar a esa persona de una de sus aletas o piernas e inducir a que su ascenso sea lo más lento posible.
Es importante intentar que la persona afectada mantenga su regulador en la boca, por lo que en tus prácticas en el agua entrenarás las formas de ascender junto a la persona de forma controlada y manteniendo el regulador en su lugar. La forma más indicada suele ser colocándonos por detrás de la víctima, con nuestro chaleco deshinchado e intentar deshinchar también el suyo mientras subimos aleteando.
Una vez en superficie lo más importante será establecer flotabilidad positiva para ambos por lo que hincharemos a tope el chaleco de la víctima y el nuestro.
En este proceso hemos de tener en cuenta que una persona en pánico puede convertirse en un problema para nosotros, nos puede quitar el regulador de la boca, nos puede quitar la máscara de un manotazo o nos puede golpear en uno de sus actos involuntarios, a causa de su estado de pánico. Por ello es importante practicar y entrenar estas situaciones en las que debemos echar mano de nuestra segunda etapa de emergencia.
Normalmente la persona afectada por un pánico bajo el agua, saldrá de esa situación a los pocos segundos de verse en la superficie con el chaleco hinchado y «fuera de peligro». No obstante estaremos siempre pendientes para proseguir con las técnicas de rescate en superficie que aprendimos en el tema anterior.
Pero también pueden presentarse algunos problemas derivados de un ascenso más rápido de lo adecuado, de ahogamiento en el caso de que la víctima se hubiera quedado sin aire y/o hubiera tragado agua y el temido barotrauma pulmonar por sobrexpansión, si la víctima ha ascendido aguantando la respiración.
Mantener el regulador en la boca de la víctima mientras pulsamos su botón de purga puede inducir a que la víctima respire normalmente o podría recordarle que dispone de aire y que no debe aguantar la respiración durante el ascenso. Practicarás todo esto en el agua, en tus sesiones del curso de rescate.
Buceador inconsciente bajo el agua
Aunque pueda parecer imposible y más grave no tiene porqué. Un buceador inconsciente bajo el agua es una situación muy difícil de presenciar pero debemos estar preparados para todo con este curso de buceo de rescate.
Es posible que la víctima esté inconsciente pero que esté respirando. En este caso ascenderemos dentro de los límites de velocidad de ascenso, para no ponernos en peligro a nosotros mismos, unidos a la víctima y manteniendo el regulador en su sitio y la vía aérea abierta. Podemos colocarnos por detrás de la víctima, abrazando su botella con nuestras piernas y con nuestra mano derecha mantenemos su regulador en la boca e inducimos a que su cabeza se mantenga hacia atrás (mirando hacia arriba para mantener abierta su vía aérea), mientras con nuestra mano izquierda controlamos nuestro chaleco y el de la víctima.
Una buena forma de ascender de esta manera suele ser vaciar por completo nuestro chaleco y ascender aleteando y controlando únicamente el chaleco de la víctima. Una vez en superficie, seguiremos las técnicas de rescate de superficie.
Si la víctima no respira no vamos a poder saberlo con certeza bajo el agua, por lo que la forma de proceder será la misma que en el caso anterior. En este caso lo que urge es estar cuanto antes en la superficie y seguir las técnicas de rescate en superficie para un buceador inconsciente que no respira. En el caso anterior sería idéntico: hemos de comprobar y verificar cuál es el estado de la víctima en cada caso y seguir los procedimientos de rescate.
Como buceador, debes seguir respetando las normas fundamentales del buceo. La urgencia de llegar cuanto antes a la superficie para atender a la víctima no debe poner en compromiso nuestra propia seguridad.
Es mejor o «menos peor» una víctima que dos.
Como ya mencionamos al inicio del curso de rescate de buceo, éste es un curso en el que donde más hemos de aprender es en las prácticas y simulacros que hagas en el agua. Pero podemos decir que, a nivel teórico, ya eres buen conocedor de qué es lo más importante, cómo prevenir, cómo detectar los problemas y las diferentes formas de darles solución. Estás preparado para poner en práctica todas las habilidades de rescate bajo el agua y para terminar tu curso con el siguiente tema: la organización en las accidentes de buceo. ¡Vamos a por ello!