Bienvenido a tu inmersión de navegación subacuática. Como ya mencionamos, en tu curso de nivel avanzado debes realizar tu buceo de navegación. Una inmersión muy divertida donde aprenderás a orientarte en la superficie y debajo del agua. Varios elementos nos ayudarán a orientarnos pero no pienses únicamente en la brújula, que también. Aprender a orientarnos bien en el agua es uno de los aspectos clave en un buceador avanzado.
Saber de navegación. ¿Por qué?
La principal ventaja que nos ofrece el hecho de orientarnos bien y conocer los aspectos básicos de la navegación es el tiempo de disfrute en nuestras inmersiones. Conocer la navegación por ejemplo, al punto exacto de inmersión o saber dónde estamos exactamente nos brindará la posibilidad de permanecer más tiempo en el lugar donde queremos estar buceando. Además, de forma indirecta, éste tiempo también se incrementará por la mayor disponibilidad de aire para nuestro buceo. ¿Por qué?
Porque si conocemos en cada momento dónde estamos exactamente y estamos familiarizados con la navegación subacuática buceamos siempre mucho más tranquilos, mentalmente estaremos mucho más seguros y además nadaremos menos, no nos cansaremos en la superficie y todo ello siempre se traduce en un menor consumo de aire de nuestra botella.
Si queremos ir a un punto determinado para fotografiar una anémona que siempre está habitada por simpáticos peces payaso, sabemos que a pocos metros hay una pequeña cueva donde siempre habita alguna manta y tras unas grandes rocas suele haber un banco de barracudas, teniendo nociones de navegación y orientación subacuática, muy probablemente son tres hitos que podremos visitar en la misma inmersión.
En cambio si no nos sabemos orientar bien y no tenemos ni idea de navegación será probable que debamos ascender antes de ver el banco de barracudas o incluso si el barco fue virado por el aire, quizás «malgastemos» todo el tiempo de nuestra inmersión buscando la famosa anémona.
Del mismo modo, cuando buceamos desde barco es importante regresar al mismo punto en el que nos lanzamos al agua o al menos cerca. No pasa nada si salimos lejos de nuestra embarcación, pero poder subir directos al barco en lugar de luchar contra la marejada, nadando a pleno sol, con todo el equipo o durante 300 metros… no nos quitará las ganas de realizar otra inmersión esa misma mañana.
Si en el anterior buceo perdimos el cuchillo o nuestra cámara de fotos, probablemente nos interese realizar el segundo buceo con la misión de recuperar el objeto perdido. O quizás otro grupo de buceadores nos comenta que perdió una linterna en «tal punto» donde vamos a bucear nosotros. Para este tipo de situaciones la orientación correcta y los conocimientos de navegación subacuática serán claves también.
Al principio cuesta un poco, como todo, cuando estamos comenzando. Pero cuando tengas estos conocimientos y practiques durante unas cuantas inmersiones, los conocimientos se interiorizan de tal forma que se convierten en «innatos». Cuando adquieras la experiencia adecuada… podrás ir en tus inmersiones al igual que caminas por las calles en tierra.
La confusión bajo el agua provoca cansancio y estrés. Permanecer orientados siempre se traduce en bienestar, tranquilidad y en mayor tiempo de disfrute en nuestra inmersión.
Orientación en superficie
Nos es de gran utilidad orientarnos antes de sumergirnos, por supuesto. Si realizamos nuestra inmersión desde barco, normalmente la embarcación nos deja junto al punto de buceo que nos interesa, ya que los barcos están equipados con navegador y las coordenadas del GPS no dan lugar a equivocación. Pero a veces querremos bucear en puntos no registrados con las coordenadas exactas.
Por ejemplo otros buceadores nos comentan que hay un punto de inmersión interesante en un lugar que está frente a algún punto de referencia y entre 200 y 300 metros de la orilla o enfilado en «tal lugar» a 500 metros de la línea de costa o, por ejemplo en la intersección de dos enfilaciones que nos indiquen. Vamos a verlo:
El barco velero de la imagen estará, más o menos cerca del primer punto de buceo que describíamos antes: Nos han dado la indicación de que se encontraba entre 200 y 300 metros frente a las rocas; de modo que podemos calcular la distancia aproximada y ya tenemos la referencia de las rocas. Es decir, nos podremos tirar al agua, e iniciar el descenso buceando de frente a las rocas y lo normal es que pronto localicemos el punto de inmersión.
La embarcación naranja nos sirve para entender el concepto de enfilación. Nos habían comentado que el punto de interés de buceo se encuentra a unos 500 metros de la linea de costa y nos dijeron también que se encuentra cuando la caseta del chiringuito quedaba enfilada con el poste de la luz. De este modo si nos vamos desplazando por la horizontal que nos dibuja esa separación de 500 metros con la costa, hasta que veamos dicha enfilación desde nuestra embarcación, nos aseguramos que empezaremos nuestro buceo en un lugar cercano al punto de interés y nos será posible encontrarlo. ¿Has visto? y… ¡sin GPS!
Vemos que conocer aspectos acerca de los elementos que rodean el entorno de buceo siempre nos puede aportar una información muy valiosa para conocer los puntos donde sumergirnos. Además lo mismo que estamos aprendiendo ahora para la superficie nos servirá también debajo del agua. Estarás pensando: «claro, en los ejemplos siempre hay objetos concretos para la explicación». Cierto, como cierto es que en la realidad también podemos tomar referencias de la naturaleza.
Quizás no sea sencillo encontrar siempre un chiringuito enfilado a un gran poste de la luz. Pero en numerosas ocasiones se ven grandes picos de montañas o grandes rocas que se alinean y se enfilan con otras más cercanas. A veces un faro se alinea con el final de una «punta» de rocas, o podemos ver como se enfila el final de un espigón de rocas de un puerto con algún punto destacable de la bahía que hay tras el puerto. Siempre hay algo. Imaginación, certeza, cámara de fotos si es necesario y papel y boli para apuntarlo. Eso es todo.
En esta segunda imagen podemos ver que nuestro punto de inmersión se encuentra en el lugar que nos mencionaron anteriormente otros buceadores. Nos dijeron «la intersección entre la enfilación del centro del tejado del chiringuito y la V que forman las rocas con el final de la cordillera». De este modo, sabemos que nos sumergiremos en un lugar muy próximo al punto de interés que nos habían indicado los compañeros.
Vemos pues que disponemos de diferentes formas para orientarnos y saber el punto exacto donde nos vamos a sumergir estando en la superficie. Del mismo modo obtendremos información sobre nuestras inmersiones desde tierra. Es decir, podremos encontrar el punto de interés de nuestro buceo de infantería con las referencias visuales del entorno natural.
Al final de una playa, en el punto intermedio de una bahía, al inicio de un espigón, justo debajo de la roca más alta, a unos 300 metros en línea recta del pico de esta roca… Todo ello son referencias visuales que nos podrán comentar y que nosotros podremos comentar a otros buceadores para indicar puntos de interés donde hacer nuestras inmersiones. Sin contar con un GPS seremos muy capaces de bucear donde queríamos. Estos conocimientos, la información apropiada y una brújula nos ayudarán siempre a estar correctamente informados y orientados en nuestros buceos.
La orientación subacuática
Toda la metodología anterior nos servirá de forma muy similar bajo el agua. En el azul del mar, de un lago, río o pantano también encontrarás elementos naturales con las mismas técnicas que acabamos de ver en superficie: ramas, raíces, plantas, rocas, salientes, entrantes, tipos de fondo y la profundidad serán aspectos clave para orientarnos bajo el agua sin ningún dispositivo más que nuestra memoria, estos conocimientos y, como siempre, la experiencia de buceo.
Aunque ya conoces el manejo de la brújula o compás subacuático de tu primer curso de buceo, vamos a repasar y a ampliar los conocimientos con este dispositivo que no podrá faltar en tu equipo de buceo desde que termines este curso avanzado de submarinismo.
La brújula o compás de buceo
El hecho de conocer como establecer y ejecutar los rumbos de ida y vuelta en una inmersión, tanto en la superficie como bajo el agua, fué requisito para tu certificación como buceador en el primer curso de buceo. Vimos que era muy sencillo, ya que se trataba de establecer en nuestro rumbo los grados que nos indicasen y nadar en ese rumbo durante el tiempo o los ciclos de aleteo que nos dijesen. Una vez terminada esta parte del ejercicio se trataba de establecer el rumbo de vuelta, que simplemente era sumarle o restarle 180º para establecer el nuevo rumbo que nos traía de vuelta al punto de donde habíamos partido. Sencillo ¿verdad?
En este segundo curso de buceo, en la inmersión de navegación se complica un poco más el ejercicio. Nos harán partir de un punto y seguir un patrón cuadrado o rectangular para volver al punto de partida. Es también muy sencillo si hemos entendido su funcionamiento, pero en esta ocasión debemos establecer tres giros, por lo que tendremos que ejecutar cuatro rumbos diferentes en el ejercicio para poder volver a nuestro punto de partida (dibujaremos un cuadrado mientras vamos nadando bajo el agua). Lo verás mucho mejor en tu práctica del curso en el agua, pero no está mal llevarlo «mascadito desde casa», por propia experiencia… ¡Vamos a ello!
Imaginemos que nos indican que debemos realizar un cuadrado perfecto en nuestro recorrido del ejercicio, el cuadrado será de 20 ciclos de aleteo por cada lado, con el primer giro a la derecha y nos indican que comencemos con un rumbo 30º. En nuestra mente, antes de realizar el ejercicio podemos pensarlo de la siguiente manera:
- En primer lugar para centrarnos, vamos a buscar dónde está el norte. Para ello, o miramos en la parte superior de la brújula y hacemos coincidir el norte con el final de la línea de rumbo o miramos por la ventana y buscamos los 0º (norte) en el centro de la misma.
- En segundo lugar, colocamos el bisel hasta que coincidan los 30º con el final de la línea de rumbo y nos giramos hasta que en el centro de nuestra ventana (o parte inicial de la línea de rumbo si nuestra brújula no tiene ventana) aparezcan esos 30º. Ya podemos empezar a aletear siguiendo ese rumbo durante los 20 ciclos de aletas indicados.
- Al llegar a este punto, el siguiente paso para girar en ángulo recto hacia la derecha es sumar 90º a los 30º de nuestro rumbo inicial (120º). Para establecer en nuestra brújula este nuevo rumbo, debemos hacer coincidir los 120º en el bisel con el final de la línea de rumbo, girando el bisel hacia la izquierda (esto es, sumar grados). Y a continuación, girarnos hasta encontrar los 120º en la ventana para empezar a aletear los siguientes 20 ciclos de aletas.
- Al llegar a aquí seguimos con la misma técnica para seguir con nuestro cuadrado. Sumamos otros 90º a los 120º que teníamos (210º), colocamos el bisel coincidiéndolos con el final de la línea de rumbo, giramos hasta encontrar los 210º en la ventana y aleteamos 20 ciclos en ese nuevo rumbo.
- Y para acabar, el último paso es volver a sumar 90º a los 120º del último rumbo (300), hacer coincidir esos 300º del bisel con el final de la línea de rumbo, girar hasta ver en la ventana los 300º y nadar los últimos 20 ciclos de aletas.
- Y si todo esto lo hemos hecho bien, acabaremos en el lugar de partida. Fin del ejercicio.
De la misma forma si nos indicasen que iniciáramos el recorrido con un giro a la izquierda (en lugar de a la derecha) en vez de sumar los grados, los restaríamos del mismo modo, de 90º en 90 y girando el bisel hacia la derecha. Es decir en el primer giro estableceríamos un rumbo de 300º (30º – 90º). Recordando que se trata de una circunferencia donde el 0º es lo mismo que el 360º. Lo entenderás a la perfección con una brújula delante.
El segundo giro nos establecería en el rumbo de 210º (300º – 90º).
El tercer y último giro nos daría el rumbo de regreso al punto de partida en este ejercicio. Sería el rumbo 120º (210º – 90º).
El sol, elemento de vida y… de orientación.
Puede parecer algo absurdo pero no lo es. El sol es uno de los primeros elementos a considerar en cuanto a orientación, porque siempre está ahí, a no ser que amanezcamos con un día triste y nublado… Sabemos que el sol sale por el este y se esconde por el oeste, de modo que siempre que observemos el sol podremos calcular los cuatro puntos cardinales.
Quizás no podamos ser tan precisos como con otros elementos pero, a veces, puede ser muy clarificador. También somos conocedores de que el sol bajo el agua no nos va a aportar demasiada información (recuerda los fenómenos de refracción y absorción de la luz bajo el agua de tu primer curso de buceo). Pero en numerosas ocasiones nos puede servir si estamos buceando a pocos metros de profundidad y casi siempre nos servirá en nuestros ascensos cuando, por ejemplo, estamos buscando nuestra embarcación.
Por ejemplo, imaginemos que cuando empezamos a bucear en nuestra inmersión a las 9 de la mañana teníamos el sol en la popa de nuestra embarcación de buceo. Hicimos el descenso por la proa del barco y dando la espalda al barco hasta toparnos con una pared, que era el punto de inmersión, buceando hacia la derecha de esa pared. Podría ocurrir que al volver al barco estemos algo desorientados y nos cueste encontrar el cabo para ascender. Pero sabemos que si salimos del buceo a las 10 de la mañana, el sol no se habrá movido mucho todavía; pues mientras realizamos nuestro ascenso sabemos que deberíamos mirar hacia donde está el sol para buscar el barco. hacia dónde hemos de mirar para buscar el barco, ¿verdad? gracias a que nos quedamos con esa referencia de que dejábamos el sol detrás de nosotros al iniciar la inmersión. del sol.
Del mismo modo nos podremos guiar por las sombras. A veces debajo del agua son más efectivas las sombras que el mirar hacia la superficie para ver dónde tenemos el sol. Recuerda siempre que cuando el sol nos queda a la derecha, las sombras se proyectan a la izquierda y viceversa. Del mismo modo cuando tenemos al sol detrás nuestro las sombras se alargan frente a nosotros y al revés ocurre cuando tenemos el sol de frente.
La profundidad, también nos orienta en la navegación.
Supongamos que en ejemplo anterior no nos hemos desorientado tanto. Sabemos en todo momento dónde queda el barco porque no olvidamos que comenzamos buceando esa pared hacia la derecha y tomamos una referencia visual de una cuevecita en la roca que tenía una preciosa anémona. Sabemos que para encontrar el barco, a la vuelta deberemos seguir la pared hasta ver la cueva con la anémona y girando a la izquierda (más o menos, en perpendicular) debemos encontrar el cabo de nuestro barco.
Pero resulta que desde que encontramos la anémona hasta el punto donde esta amarrado nuestro barco una ligera corriente nos está separando de esa perpendicular. Además esa corriente ha movido un poco el fondo y la visibilidad no es buena como para ver el cabo a 20 metros. Tenemos que acercarnos más al cabo para poder verlo.
Si cuando realizamos el descenso memorizamos que el amarre de la embarcación estaba a 12 metros, este dato puede orientarnos en la búsqueda del cabo ya que si estamos buceando cerca del fondo y vemos que nuestro profundímetro marca 18 metros… deberemos seguir la pendiente positiva del fondo hacia los 12 metros. Muy probablemente encontraremos así el cabo de nuestro barco pero si no lo encontramos… seguramente saldremos mucho más cerca del barco que si no nos hubiésemos quedado con ese dato.
La arena del fondo, gran ayudante en la navegación subacuática.
Cuando buceamos desde una playa o desde la línea rocosa de la costa, en numerosas ocasiones estaremos buceando en un arenal o cerca de un arenal. Tampoco puede parecer un gran aporte pero las ondulaciones de la arena suelen dibujar unas líneas paralelas en el fondo.
Esas líneas son paralelas a la costa en situaciones de mar calmado (a veces las corrientes de resaca o la ligera pendiente diagonal con la que vienen las olas, por el viento, pueden «peinar» la arena de forma diferente).
Pero si tenemos la referencia de los puntos cardinales con respecto a la línea de costa, por ende, mientras buceamos siempre podemos echar un ojo a estos dibujos que se generan en el fondo del arenal y estaremos, sin una precisión de brújula, perfectamente orientados.
Además de la arena, el propio sentido de la corriente, el vaivén del oleaje y las formas que adquieren determinados fondos marinos o incluso, algunos sonidos son elementos que, de forma aproximada, nos orientarán también en nuestras inmersiones.
Elementos específicos. Las migas de pan…
Volvamos al ejemplo de la inmersión en nuestra pared de la anémona. Pero esta vez, de inicio no hay buenas condiciones de visibilidad. ¿Como puedo encontrar el punto donde virar para comenzar a buscar la embarcación?
Puedo colocar un elemento específico como por ejemplo una boya marcadora, un mosquetón amarrado a un trozo de cabo de color llamativo con un nudo bien grande para verlo cuando esté de vuelta o, incluso, puedo marcar un punto de referencia apilando unas rocas, siempre asegurándome de que no estoy afectando a la vida marina.
Son formas de marcar un punto clave al iniciar la inmersión para estar bien orientado al regreso. ¡Simple!
Sabemos ahora que tanto para la orientación en superficie como bajo el agua, disponemos de dispositivos como la brújula y de todos aquellos elementos de la naturaleza y la formación del paisaje que nos sirven para dar y recibir información que puede resultar clave para determinar posiciones y direcciones en nuestros buceos. La orientación es una de las claves para la navegación en nuestras inmersiones. El otro elemento clave lo vemos a continuación y no es otro que el cálculo o la medición de las distancias recorridas.
Cálculo de distancias en la navegación
También disponemos de diversos métodos, unos más exactos y otros no tanto, para conocer o al menos «intuir» las distancias recorridas mientras buceamos.
Nos es de gran utilidad conocer la distancia que hemos recorrido en nuestros buceos. De esta manera, optimizaremos nuestras inmersiones en el sentido de finalizarlas en el momento adecuado, en cuanto al consumo de aire y en el lugar adecuado se refiere, para no tener que nadar demasiado en la superficie hasta el punto de salida, sea la embarcación o sea el punto de salida en la línea de costa, lago, río y además, es algo que se convierte en fundamental en lugares como cuevas y cenotes.
Veamos los diversos métodos que tenemos para calcular nuestras distancias recorridas:
Los ciclos de aleteo
Ya los vimos en el primer nivel de buceo. Un ciclo de aleteo es la unidad de medida por excelencia cuando nadamos buceando. Cada ciclo de aleteo se compone de dos «patadas de aleta», una con cada pierna. Podemos ir contando nuestros ciclos de aleteo para saber más o menos la distancia que hemos recorrido.
Puede variar debido a circunstancias del entorno como las corrientes o un cambio de marea y a circunstancias propias, como podría ser el cansancio. No obstante, más o menos, si para llegar a un determinado punto de nuestra inmersión hemos dado 40 ciclos de aletas, seguramente para regresar, daremos también entre 35 y 45 ciclos de aleteo.
De modo que suele ser un método bastante fiable y de hecho es el método que más se emplea en los cursos de buceo (lo vimos en el ejemplo de la práctica que realizarás en esta inmersión de navegación).
¿Tengo que contar los ciclos de aleteo en todas mis inmersiones? Obviamente no. Hay que disfrutar de la inmersión. Pero en algunos momentos, cuando la visibilidad no sea buena, cuando estemos buceando en un pecio, un cenote o simplemente en un lugar que no conocemos nos puede ser de utilidad manejar las distancias contando los ciclos de aleteo para ubicarnos bien en nuestras inmersiones.
Además, normalmente solemos bucear con centros o escuelas de buceo que nos aportarán un guía. Él suele encargarse de todo ello. Pero como buceadores avanzados e independientes… es necesario conocer todos estos aspectos.
Las brazas o brazadas
Denominamos braza a la distancia que hay entre la punta de una mano y la otra, con los brazos extendidos en cruz. Esta distancia, además, suele coincidir con nuestra estatura o altura. Es de gran utilidad para medir distancias más concretas.
Por ejemplo si vamos buceando y vemos un objeto que no podemos recuperar en ese instante. En este caso podemos tomar una referencia muy obvia y medir en brazas la distancia de esa referencia al objeto que debamos recuperar. Multiplicando el número de brazadas por nuestra estatura tendremos la distancia, bastante exacta, que deseamos comunicar después a nuestros compañeros para recuperar el objeto.
Del mismo modo nos puede servir para indicar vida en una inmersión: «ese coral tan bonito o esa anémona fluorescente se encuentra a 15 brazas a la izquierda del pedrusco más grande de la inmersión». Si nos indican algo así, seguramente perderemos mucho menos tiempo buscando ese coral o esa anémona.
El tiempo
Al igual que hacemos en tierra cuando realizamos senderismo, podemos calcular las distancias con el tiempo que nos ha costado recorrerlas. Es así: si nos ha costado llegar al «punto de regreso» unos 20 minutos, sabemos que si hay algo de corriente nos puede costar volver unos 25 minutos, más o menos.
Es una buena medida para conocer cuándo debemos darnos la vuelta en nuestros buceos.
La presión de la botella
Si los ciclos de aleteo eran la medida más usada para conocer la distancia a un punto de la inmersión, la presión de la botella es la medida por excelencia para conocer cuándo debemos iniciar el camino de vuelta para iniciar el ascenso. Nuestros compañeros de buceo, los instructores y los guías nos suelen preguntar con frecuencia el aire que nos queda durante la inmersión.
Lo normal es iniciar la vuelta cuando hemos acabado un tercio del aire de nuestra botella.
Recuerda la regla de los tercios: Un tercio para la ida, otro tercio para el regreso y otro tercio para el ascenso. Siempre.
Del mismo modo, este método nos servirá para calcular distancias cuando ya tenemos algo de experiencia de buceo, hemos normalizado nuestro consumo de aire y buceamos en condiciones «normales». Es decir que podremos relacionar la distancia recorrida a un ritmo normal de buceo con el consumo de aire que hemos necesitado para recorrer esa distancia.
De esta forma, en futuras inmersiones conociendo el consumo podré saber, más o menos, la distancia que he podido recorrer.
Éste es un método muy empleado y conviene manejarlo porque el manómetro es algo que solemos mirar con frecuencia en todas nuestras inmersiones.
Elementos específicos
No solemos usarlos con frecuencia. Aunque a veces, sí podemos emplearlos por ejemplo, en las labores de búsqueda y recuperación de objetos.
Disponemos de dispositivos de medida sumergibles que van desde metros, parecidos a los que usamos en tierra pero de materiales que no se estropean bajo el agua, con la cal y la sal; hasta dispositivos láser que nos calculan las distancias exactas, como las sondas de las embarcaciones.
No obstante el método más usado, más practico y más económico (y no falla) es construirnos nuestro propio «metro» con una cuerda larga donde haremos un nudo grande cada metro y un nudo pequeño cada medio metro. Tendremos nuestro elemento de medición precisa y no ocupa nada en el bolsillo del chaleco.
En las labores de búsqueda y recuperación es usual tomar las medidas con este elemento de fabricación propia, ya que puede ser tan largo como necesitemos y nos da la versatilidad de atarlo o colocarlo unido a un plomo para tomar medidas mucho más exactas que con los métodos anteriormente descritos.
Con estos conocimientos teóricos y los que ya manejábamos en el curso del primer nivel, ya estás suficientemente preparado para realizar tu inmersión de navegación subacuática, en la que pondrás en práctica las técnicas de cálculo de distancias, el correcto uso de la brújula y la orientación elemental con los elementos de la naturaleza. ¡Ánimo y diversión en tu próximo buceo de navegación!
¿Listos para el siguiente tema? ¡vamos a la inmersión de buceo profundo!